Saturday, August 12, 2006

Su ausencia

Su ausencia sabe a pasos quebrados, débiles, casi imperceptibles a los demás. Suena a estómago crujiendo de hambre inexistente, a hambucia y deseo y sed de alguien que no está: alguien que está lejos, persona inalcanzable. Su rostro es bastante turbio, algo así como ébano deformado y rugoso. El semblante es pérfido, cruel -sus manos juegan en mis tripas, y las remueve, y las desquicia-.
La noche, el momento más esperado por la bohemia y la melancolía, se reserva una amarga invitación al único olvido-querer olvidar es hallar el recuerdo-: la muerte.

Uno se adelanta, y mira por la ventana, y detesta el paso inútil de los coches por la carretera. Uno, dos, tres...mil, la ofuscación se mantiene, irónicamente firme, en sus cábalas de tormentas negras. Miles de luces en la autopista, y pasan rápidos los autos, sin detenerse, no como el tiempo: los segundos aparecen casi obligados en el reloj, y la aguja parece obesa y vaga, insurrecta ante el universal y obligatorio paso del tiempo, casi inmóvil ahora. Parece que las lágrimas quieran saltar de los ojos, y caer libres al vacío, el vacío del suelo, frío de la ausencia de sus pies.
Uno se agota de la angustia y se quiere dormir, y acurrucarse en la artificial calma del sueño.
Al dormir, se enredan los sueños y las pesadillas, y se yergue un castillo de dolor infranqueable, de murallas inquebrantables.
Entre sudores fríos llega el despertar, con un pelo largo, graciosamente rubio, entre los dedos. Uno acaricia y se aferra a ese recuerdo tan físico, tan románticamente cruel.
Y se da cuenta que sólo ha pasado una noche... Una noche de su ausencia.

Salvador Amargo.
"Su ausencia"
12.agosto.2006
Alexandra...

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